Un síndrome del perro
sorpresa y repudio ha causado en los estamentos científicos y académicos del sector agrario la remoción del Dr. Mario Tapia Núñez del cargo de asesor en el despacho ministerial de Agricultura.
Máxima autoridad nacional en biodiversidad y sistemas agropecuarios andinos, Premio Nacional a la Innovación Tecnológica Cosapi 1995 y autor de más de diez libros en su especialidad, el Dr. Tapia Núñez había sido llamado por el propio ministro Ismael Benavides Ferreyros para ocupar dicho puesto desde el 11 de octubre reciente. En ejercicio del cargo, lo acompañó en el lanzamiento mundial del Año Internacional de la Papa en Nueva York el 18 del mismo mes y el 22 último en el lanzamiento nacional de la efeméride en Palacio de Gobierno.
Sin embargo, el banquero- hacendado ni siquiera llamó a Tapia por teléfono para advertirle que daría por cancelada su designación a partir del 24 de noviembre. El científico se enteró de esto sólo por resolución publicada en El Peruano.
El ingeniero Tapia estudió en la Universidad Técnica del Altiplano y prosiguió estudios en Suiza y otros países. Habla quechua y aymara, aparte de varios idiomas europeos. En su medular libro sobre La agricultura altoandina recomienda que los agrónomos que trabajen en los Andes aprendan por los menos el quechua y el aymara básicos.
“De lo contrario”, me dijo hace años, en una entrevista para Agronoticias, “no se puede producir el intercambio entre los conocimientos ancestrales de los campesinos y el saber científico y técnico del agrónomo.
Éste no podrá asimilar la sabiduría nativa que conoce en qué altura se produce tal o cual variedad de papa o de maíz. Y las explicaciones del ingeniero le entrarán al campesino por una oreja y le saldrán por la otra”.
¿Cuál es la explicación del grosero maltrato oficial? Muy simple: el Dr. Tapia Núñez es un investigador, promotor y defensor de la biodiversidad andina, de las comunidades campesinas conservacionistas y la producción agraria orgánica; posición incómoda para el oficialismo, que pretende hasta confiscar y rematar buena parte de los territorios comunales con todas esas riquezas adentro.
De este modo, además, queda evidenciado el fariseísmo de Alan García cuando escribió: “Ocurre también que cuando un grupo captura el poder, una región o un municipio, decide gobernar solo y bloquea el aporte técnico y profesional de muchos otros ciudadanos”. Síndrome del perro.
En el Ministerio de Agricultura no hay un solo funcionario de alto nivel que conozca –siquiera por lecturas– la realidad y el potencial del agro altoandino. Sin embargo, el mastín político de los bancos y transnacionales ha querido darse el lujo de echar a uno de los pocos peruanos que domina ese universo alimentario y social.
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