El retorno de Naomi
Mario Vargas Llosa es un historiador insólito: ha descubierto que el culpable del golpe fascista de Pinochet fue Salvador Allende.
Escribió Vargas Llosa ayer en El Comercio: “Su política (la de Allende) de nacionalizaciones y de desenfreno fiscal provocó una inflación estratosférica, caos y empobrecimiento generalizado, lo que hizo posible el golpe militar y la sanguinaria dictadura de Pinochet.”
Descubrimiento extraordinario. Resulta que todas las investigaciones, incluidas las del Congreso de Estados Unidos, están erradas. No es cierto que Henry Kissinger, secretario de Estados Unidos, ordenara, desde antes de la elección de Allende, que se impidiera el triunfo de éste y que se recurriera, si era preciso, al asesinato. Lo cual se cumplió, Christopher Hitchens, el norteamericano licenciado en filosofía y en economía, ha descrito, con pruebas, ese crimen en el libro Juicio a Kissinger.
Elegido Allende por el Congreso, el imperio no cesó en su lucha contra el gobierno socialista de Chile, que fue el primero en América Latina en introducir cambios revolucionarios sin recurrir a las armas y sin romper la legalidad institucional, algo que la voluntad y la unidad del pueblo ha hecho ahora posible en nuestra América. La hiperinflación y el caos en Chile fueron creados por la maquinaria interna e internacional de Washington.
La nacionalización del cobre, por otra parte, enriqueció al Estado chileno y a sus Fuerzas Armadas, y por eso se mantiene la estatal Corporación del Cobre (Codelco), creada por Allende.
Por supuesto, gran parte del éxito económico de Chile, que el novelista aplaude como fruto del neoliberalismo, se debe al alza del cobre y otros productos de exportación originada no por el acierto de la política económica del gobierno de Chile, sino gracias a la coyuntura creada por el crecimiento impetuoso de economías emergentes como las de China, la India, Rusia y Brasil.
Tal es la verdad de las mentiras de Vargas Llosa.
Justo días antes de examinar el artículo de Vargas Llosa, había leído en The Guardian un extenso ensayo de Naomi Klein, la autora canadiense de La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre, libro que en 2007 vaticinó lo que iba a ocurrir en el mundo a partir de 2008. Klein es profesora de la London School of Economics.
Puso ella en el banquillo de los acusados a la globalización neoliberal de un puñado de corporaciones que apunta al dominio del planeta y se manifiesta en el golpe de Pinochet, el desplome de la Unión Soviética, la guerra en Irak, la práctica de la tortura en Abu Ghraib o Guantánamo.
El ensayo de Klein (tres páginas del diario londinense) se titula The best brand on earth (La mejor marca de la tierra), y se refiere a la operación publicística que llevó a Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos, operación dirigida por cínicos expertos y sin principios.
Dice Naomi que en sus giras de conferencias encontró en todo el mundo miles de personas deseosas de encontrar alternativas viables “al despiadado afán de las corporaciones que actúa bajo el inocuo seudónimo de ‘globalización’.”
La autora desenmascara, sin piedad y sin ira, a Obama.
“Prefiere”, dice, “el gran gesto simbólico al cambio estructural profundo”. “Hará un dramático sobre el cierre de la prisión de Guantánamo mientras avanza una expansión de perfil bajo de la espantosamente ilegal prisión de Bagram en Afganistán y se opone a responsabilizar a los funcionarios de Bush que autorizaron la tortura”.
En párrafo descollante, Naomi Klein señala que “en algunas partes del mundo, particularmente en América Latina, la ola de resistencia se ha ampliado y vigorizado. En algunos países, los movimientos sociales se fortalecieron lo suficiente para unirse con los partidos políticos, ganando elecciones nacionales y empezando a forjar un nuevo régimen de comercio justo”.
Omito, por razones de espacio, muchos aspectos notables del texto de Naomi. Por ejemplo el de la privatización del Estado y hasta de la guerra.
Dice así: “Una compañía que asumió muchos servicios fue Lockheed Martin, el mayor contratista de defensa del mundo”, “Lockheed no gobierna a Estados Unidos”, observó una investigación de The New York Times en 2004. “Pero ayuda a una asombrosa parte de eso… Maneja vuestro correo y totaliza vuestros impuestos. Corta los cheques de la seguridad social y lleva a cabo los censos de Estados Unidos. Administra los vuelos especiales y monitorea el tráfico aéreo. Para que todo eso ocurra, Lockheed escribe más códigos de computación que Microsoft.”
De paso la autora se refiere al faenón de Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa de Bush, en la guerra de Irak. “Los generales necesitaban 500 mil soldados, él les daba 200 mil y contratistas y reservistas cubrían el vacío.”
Y, ¡oh hada germánica! por azar compro la edición de enero de Cicero, el magacín para la cultura política, y hallo allí un ensayo del holandés Leon de Winter en que éste señala los vínculos antiguos de Obama con el Club de Chicago, formado por políticos cínicos y oportunistas sin el menor vuelo con rumbo al cambio económico y social. Título: Mann ohne Eigenschaften (El hombre sin propiedades; es decir, sin programa).
tomado de diario lal primera
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