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domingo, janeiro 11, 2009

sionismo quiere borrar del mapa a palestina


¿En qué momento un movimiento se convierte en su contrario? Tenemos ejemplos muy cercanos de partidos que pasaron de la lucha heroica contra la oligarquía y el imperialismo a la mansedumbre más abyecta.

La finalidad es borrar a Palestina del mapa. Convertir el territorio ocupado en un ente sin personalidad política para acabar todo reclamo de un Estado palestino, ocupando y colonizando “una tierra sin pueblo”. Muchos perseguidos de ayer han pasado a ser los perseguidores de hoy. Este es el caso de los sionistas, que utilizaron las persecuciones del pueblo judío en Europa y Rusia para impulsar una ideología racista que ha llevado a la actual tragedia en Gaza, en particular, y en Medio Oriente en general.

Los sionistas utilizan argumentos aparentemente racionales en cada ocasión, incluso desde antes de la creación del Estado de Israel.

Actualmente, aseveran que la invasión de Gaza se debe a que ningún país puede vivir con el lanzamiento de cohetes a su territorio efectuado por “la banda terrorista” de Hamas.

Pero mienten descaradamente. No dicen que ellos bloquearon sucesivas negociaciones sostenidas con Yasser Arafat para crear un Estado palestino laico, distinto al islámico que promueven Hamas y otros grupos similares. Y que las bloquearon al negarse a entregar los territorios ocupados palestinos (Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental).

Los israelíes tampoco vieron con buenos ojos el triunfo de Hamas en las elecciones del 2006 para partir en dos la Autoridad Palestina.

Ofensiva planificada
El lanzamiento de cohetes caseros por Hamas fue, en realidad, la respuesta a una política de exterminio contra los palestinos en Gaza, tanto por el hambre como por la agresión directa en la que murieron 2,400 civiles en poco más de 15 meses.

Según el diario israelí ‘Haaretz’, la actual operación comenzó, en realidad, a prepararse hace dos años, luego del fracaso de la invasión al Líbano. Fue una ofensiva planificada.

Shlomo Ben-Ami, el ex canciller israelí que avanzó mucho en las conversaciones entre el Estado sionista y los palestinos, informó al diario español ‘El País’ que “la operación actual no es una reacción impulsiva desencadenada por un inesperado casus belli: es una decisión que pretende cambiar la ecuación estratégica entre Israel y el régimen de Hamas en Gaza”.

El alto mando sionista entrenó a sus soldados para combatir cuerpo a cuerpo en Gaza, construyendo réplicas de sus calles en el desierto de Neghev, y recogiendo “información de inteligencia” por medio de satélites, aviones espía y en el propio terreno acerca de los grupos palestinos, sus instalaciones, depósitos y domicilios de sus dirigentes.

¿Qué pretende realmente Israel? No es acabar con los ataques con cohetes de Hamas, como dice la propaganda sionista; ni siquiera terminar con el gobierno de este grupo político islamista.

La finalidad es evitar que exista cualquier régimen político en Gaza y, luego, en Cisjordania, para borrar a Palestina del mapa. Convertir el territorio ocupado en un ente sin personalidad política. Con ello se acabaría todo reclamo de un Estado palestino, ocupando y colonizando “una tierra sin pueblo”.

Judíos oprimidos
No siempre fue así. La opresión contra los judíos en Europa es histórica y no comienza con el nazismo. En 1215, el Concilio de Letrán, convocado por el papa Inocencio III, ordenó que todos los judíos usaran insignias distintivas. En algunas ciudades los obligaron a vivir en áreas especiales, llamadas juderías.

Durante los siglos XIII y XIV, varios reyes llenaron sus arcas después de confiscar las propiedades de los judíos y expulsarlos de sus países. Cuando apareció la peste negra (siglo XIV), fueron masacrados al culpárseles de haber envenenado los pozos de agua.

Ante estas persecuciones, miles de judíos emigraron hacia Europa del Este. En 1648 la comunidad judía, en Polonia, se había convertido en el centro de la cultura judía.

Pero poco después vinieron los ataques liderados por los cosacos ucranianos. Al estar prohibidos de ejercer profesiones liberales, poseer propiedades agrícolas y grandes empresas, tuvieron que dedicarse al pequeño comercio.

Con la Revolución Francesa esto cambió. En 1791, la Asamblea Nacional francesa concedió a los judíos el derecho al voto y a la ciudadanía. Posteriormente, Napoleón Bonaparte otorgó la igualdad de derechos a las comunidades judías en la mayoría de Europa.

Las persecuciones tuvieron casi siempre motivaciones políticas. Así, el gobierno imperial ruso financió los pogromos (ataques contra las comunidades judías), para desviar el descontento y el rechazo popular del sistema feudal que imperaba en Rusia a finales del siglo XIX. Unos 2 millones de judíos rusos emigraron a Estados Unidos entre 1890 y finales de la I Guerra Mundial.

Holocaustos y fascistas
El Holocausto nazi fue una barbarie que contó con el apoyo de políticos racistas británicos e incluso de la Iglesia católica a través de su ideología de un pueblo manchado por el deicidio. Pero el sionismo pretende que fue solo y excepcionalmente contra los judíos. ¿Acaso el pueblo gitano no sufrió un holocausto aún mayor a manos del nazismo si revisamos el porcentaje de su población fallecida? ¿Y qué de los aborígenes en Estados Unidos, los kiliwa en México, la política de exterminio del general Roca contra los pueblos originarios argentinos, el genocidio turco contra los armenios, las matanzas en Ruanda?

El sionismo intenta separar a los judíos de las víctimas y los sobrevivientes de otros genocidios, como si ellos fueran el pueblo elegido. Y se lo creen. Se basan en la Biblia para plantear que la tierra prometida por Jehová es el Eretz Israel, que llega a los ríos Eufrates y Tigris. O sea: Iraq.

Ahora bien: ¿se puede ser judío, fascista y hasta nazi? Parece imposible, ¿verdad? Pero Vladimir Jabotinsky, un sionista ucraniano opuesto al socialismo, fundó el grupo Betar, milicias juveniles que vestían camisas pardas como los nazis y que fueron organizadas al estilo de los squadristi fascistas.

Benito Mussolini lo llamaba “el ciudadano fascista”. El ‘Duce’ señalaba que “las condiciones necesarias para el éxito del movimiento sionista son poseer un Estado judío con una bandera y lengua judía. Hay una persona que conoce esto muy bien y es el ciudadano fascista Jabotinsky”.

Enemigo mortal del socialismo, fue su crítico más feroz cuando el sionismo socialista ganó la hegemonía del sionismo mundial. David Ben Gurión, fundador del Estado judío, lo apodaba irónicamente “Vladimir Hitler”.

Opresores y genocidas
Como todo psiquiatra podría indicar, creerse único y haber alcanzado el respeto de sus antiguos enemigos son dos aspectos que pueden transformar a una persona, antes humillada y oprimida, en una persona violenta y opresora para mantener su estatus.

Los antisemitas mataron judíos por ser banqueros que supuestamente controlaban el mundo y por ser subversivos comunistas.

Ahora los antisemitas israelíes presentan a los árabes como ignorantes domesticadores de camellos, dueños de los mercados de petróleo, y como violentos terroristas armados de armas nucleares, químicas y biológicas.

El Estado sionista es racista y discriminador. Margina y explota a su propio pueblo, los mizrahi, simplemente por no ser blancos. Y a los árabes israelíes.

Es un movimiento de conquista. Segrega a las personas, les confisca la tierra, y aplica la limpieza étnica.

¿Qué pasó? ¿Por qué tantos judíos oprimidos se volvieron reaccionarios? Lenin nos puede dar la respuesta. En 1907, el Bund, un movimiento de trabajadores judíos rusos, pedía el derecho a la autodeterminación cultural y nacional dentro de la futura revolución soviética. Lenin les exigió que marchasen junto a todos los trabajadores. No aceptaba el nacionalismo judío por ser segregador y reaccionario. Respaldaba el derecho de las naciones oprimidas a desarrollar sus entidades nacionales, pero estaba contra todo nacionalismo intolerante y estrecho.

Ese nacionalismo intolerante es protagonizado por el Estado sionista, quien hoy persigue y asesina civiles palestinos como antes lo hicieron con los judíos.





DETALLE

Resoluciones de la ONU nunca aplicadas por Israel

Desde 1947 a la fecha, Naciones Unidas aprobaron numerosas resoluciones que nunca fueron aplicadas por el Estado judío, aprovechando el apoyo de Estados Unidos.

La resolución 194, adoptada en 1948, rechazó la expulsión forzada de centenares de miles de palestinos.

La resolución 242, de 1967, exigió la retirada del Ejército israelí de los territorios ocupados durante el reciente conflicto, en referencia a la Guerra de los Seis Días.
La resolución 3236, de 1974, reafirma el derecho inalienable de los palestinos a regresar a sus hogares y recuperar sus bienes, y el derecho de la autodeterminación del pueblo palestino.

La resolución 1322, de 2000, condena el recurso al uso excesivo de la fuerza contra los palestinos y deplora el acto de provocación (de Ariel Sharon) cometido en Jerusalén.


fuente(diario la primera)



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